En Saltillo, hace más de dos décadas, una niña de ocho años corría con un ovoide en las manos. No había reflectores, ni cámaras, ni ligas formales. Solo una pasión que parecía más grande que la calle donde jugaba. Esa niña era Pamela Reyes Wiseman, y con el paso del tiempo transformó esa pasión en una de las historias más poderosas del deporte mexicano.

De jugadora a estratega, sin perder el hambre

Pamela fue parte del equipo que conquistó el oro en Birmingham 2022, derrotando a Estados Unidos en su propio terreno. Ese título no solo fue histórico: fue un manifiesto de que México tenía con qué dominar el flag football a nivel mundial.

Tres años después, en Chengdú 2025, la historia volvió a repetirse. Solo que esta vez, Pamela no estaba dentro del campo, sino en la banda como coordinadora ofensiva de la Selección Mexicana. Y fue parte del cerebro detrás de la jugada que, con tres segundos en el reloj, dio a México el bicampeonato frente a su eterno rival.

El oro volvió a brillar en su cuello. Primero como jugadora, ahora como coach. Pamela ya sabe ganar desde cualquier trinchera.

Fotografía: Facebook FMFA

Orgullo de Saltillo, referente de México

Hoy, Pamela Reyes es bicampeona mundial. Pero también es mucho más: madre, pionera, coach y símbolo de resiliencia. Lo suyo es romper paradigmas: de género, de tradición y de expectativas.

Y todo comenzó en una calle de Saltillo, con una niña que corría con un balón en las manos y un sueño imposible.

Ese sueño hoy tiene nombre, historia y medallas. Se llama Pamela Reyes.

Fotografía: Facebook FMFA