Fotografía de portada: noubase studio
El Flag football tiene algo especial: reúne historias distintas, pasiones escondidas y sueños que encuentran en el campo un punto en común. Esa esencia se hizo presente en Los Ángeles, donde la Selección Azteca U17 puso el nombre de México en alto al conseguir el tercer lugar en el Junior International Cup 2025, uno de los torneos juveniles más exigentes del planeta.
No fue solo un resultado: fue la confirmación de que la nueva generación mexicana está lista para competir contra cualquiera. Japón, Estados Unidos, Australia… rivales de peso que pusieron a prueba el carácter de este grupo de jóvenes que, con apenas 17 años o menos, demostraron que el futuro del flag nacional está en buenas manos.
Historias que se cruzan en el campo
Detrás de cada jersey verde, blanco y rojo, hay una historia. En el videoblog que los mismos jugadores grabaron, conocimos de cerca esas trayectorias que parecen distintas, pero que en conjunto narran un mismo mensaje: el Flag football está transformando vidas.
Algunos llegaron al deporte por casualidad. Jugaban básquetbol, béisbol o fútbol tradicional hasta que un amigo los invitó a probar el Flag. Y ahí quedó la chispa: un deporte rápido, estratégico y emocionante que los atrapó desde el primer pase. Otros lo conocieron gracias a su familia: hermanos, primos o incluso sus propios padres que ya practicaban el tocho.
Entre ellos también hay una historia especial: la de Diego Gutiérrez Cano, es hijo del entrenador nacional de flag football. Creció viendo prácticas, escuchando jugadas y aprendiendo de cerca la importancia de la disciplina. Y no es cualquier entrenador: se trata de Luis Fernando Gutiérrez Acosta, porteño de Ensenada y coordinador defensivo de la Selección Mexicana de Flag Femenil, que recientemente se coronó bicampeona del mundo en los The World Games, derrotando 26-21 a Estados Unidos en China. Hoy, a su hijo le toca escribir su propia página dentro del Flag, y hacerlo representando a México.

Entre risas, nervios y sueños
La entrevista entre los mismos jugadores refleja quiénes son: jóvenes llenos de humor, espontaneidad y hambre de triunfo. Bromas sobre shorts bajados en jugadas, anécdotas de partidos, nervios previos a enfrentar selecciones internacionales. Pero detrás de esas risas se esconde algo más serio: la convicción de que pueden competir de tú a tú con los mejores.
“Mi expectativa es ir a competir, a ganar y a aprender”, dice uno de ellos. Otro reconoce que todavía les falta unidad, pero lo ve como parte del proceso: estar mentalizados en que nada será fácil, pero que con esfuerzo se puede alcanzar el podio. Esa mezcla de madurez y juventud es lo que hace tan prometedora a esta generación.

Un podio que sabe a orgullo
Terminar en tercer lugar puede sonar agridulce para algunos. Para la Selección Azteca U17 fue todo lo contrario: fue una señal de que México tiene madera para brillar en el escenario mundial. Que aún con el reto de enfrentar a selecciones con más recorrido, lograron imponerse gracias a talento, garra y corazón.
El Flag football pronto será deporte olímpico, y lo que estos chicos hicieron en Los Ángeles es un adelanto de lo que México puede aportar al panorama global: velocidad, inteligencia táctica, creatividad y pasión.

Unidos por una misma bandera
Si algo nos enseña esta historia es que el Flag no discrimina orígenes ni trayectorias. Ya seas el hijo de un entrenador, un chico que llegó por curiosidad o alguien que dejó otro deporte para probar suerte con las banderas, en el campo todos son iguales: once jugadores dispuestos a dejarlo todo por el equipo y por la bandera que llevan en el pecho.
La Selección Azteca U17 no solo se llevó un trofeo. Se llevó la experiencia de compartir, de aprender y de representar a todo un país. Y en cada jugada dejaron claro que el futuro ya llegó: México está listo para competir en grande.